Jul 6, 2005

Dentro de esta maravillosa construcción de esquina se haya el cine Cervantes, que lamentablemente ya no funciona. Abajo existe también el famoso restaurant Haussmann (con los mejores cruditos del mundo) y una antigua sombrerería. El color del edificio el gris neutro, del hormigón natural, salvo la parte del cine que hace poco fue pintada de blanco. Su imponente masa, que desprende de sí esta luminosidad homogénea y suave, esta texturada por las ventanitas alineadas en forma regular que justamente apoyan esta homogeneidad.

1 comment:

Anonymous said...

Edificio del Cine Cervantes, hoy cerrado, pero en sus afueras sigue el Café Haussmann con sus famosos crudos y una salsa que según el dueño es "secreto de la casa" pero que nunca me gustó por lo fome de su sabor. O tal vez demasiado delicada para mi paladar acostumbrado al merkén. También está la sombrería donde he comprado varias boinas. Con todo, ahora que el Cine Cervantes está cerrado, la gran pregunta es ¿qué películas estarán mirando ahí adentro los niños con ojos de palomitas de maiz y qué pensará Cervantes de haber sido honrado con semejante masa de concreto armado con rasgos de La Pedrera de Gaudí en la esquina? De las matinés, recuerdo la fila de los "cocheros" donde nos sentábamos a besuquearnos y a atracar con las noviecitas quinceañeras y la voz chillona, semejando a femenina, que desde el galiche gritaba "¡Saca la mano que te la meo!" y el tradicional "¡Ya poh cojo!", cuando se cortaba la película... ¿Por qué serían cojos todos los operadores de las proyectoras de películas en Chile? Hoy la sombra del logo de las hamburguesas Mac Donal, como buen ave de rapiña, se cierne tenebrosa sobre la otrora alegre fachada de entrada al Cine Cervantes. El consumismo absurdo de la comida chatarra que empobrece almas y bolsillos también ha llegado a Santa María la Blanca de Valdivia, aunque los crudos del Haussmann persisten. Hasta que desaparezca el último de la estirpe y los crudos cocinados como hamburguesas terminen vendiéndose en el Torreón del Barro transformado en kiosko de comida chatarra con la anuencia de un alcalde bien pagado de sí mismo y con sonrisa al estilo del logo del Mac Donal mientras los niños y niñas con ojos de palomitas de maiz se masturban a gusto, alegres y sonrientes, mirando películas porno en lo que en una época fue la gran sala del Cine Cervantes... - GFW